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La investigación con células madre adultas, una elección ética de los científicos con más logros
Investigadores del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona han conseguido recientemente reprogramar y regenerar neuronas de la retina tras inyectar células procedentes de la médula ósea en el ojo de ratones.
La autora del trabajo, Daniela Sanges, explicaba que la investigación ha demostrado que es posible "reprogramar células mediante la fusión" de las mismas, lo que constituye un mecanismo fisiológico novedoso que activa el mismo cuerpo para regenerar un tejido.
El trabajo ha sido publicado en la revista ‘Cell Reports‘ y ha dado pie a la creación de una patente. La investigación viene a demostrar que es posible la regeneración de tejido nervioso en mamíferos mediante fusión celular y abre la puerta a que ésta pueda ser una estrategia válida para regenerar tejido nervioso incluso más complejo.
"Empezamos a ver si, al trasplantar células madre en un ojo con daño celular previo, las células madre se fusionan" y reparan dicho daño, señalaba, y ahora han logrado probar que es así. Sanges detallaba que la investigación se inició hace cuatro años, después de que en 2006 se publicaran las primeras investigaciones sobre reprogramación celular.
La investigadora destacaba que esta vía de tratamiento podría ser una "eventual terapia" para tratar enfermedades de la retina, por lo que también se centrarán en estudiar otras células del ojo, e incluso un método para regenerar cualquier tipo de tejido nervioso.
“Sin recelos éticos”
Se trata de un nuevo avance en el campo de la investigación con células madre adultas que, a partir del descubrimiento que en noviembre de 2007 hizo el profesor Shinya Yamanaka, en el que se demostró que con células de la piel del propio paciente se podían obtener las llamadas células iPS, es decir células pluripotentes, sentó un precedente en el campo de la medicina regenerativa.
En esa nueva línea de investigaciones, hace una semana los medios de comunicación se hacían eco de que científicos japoneses habían creado el primer hígado humano funcional utilizando células madre iPS, creadas a partir de células de la piel. "Es posible crear un hígado a partir de células iPS humanas listo para ser trasplantado", afirmaba entonces uno de los responsables del estudio, Takanori Takebe.
Asimismo, en una entrevista publicada el pasado 8 de julio en el diario El País, este experto científico de tan solo 26 años, aseguraba que “en unos siete años” podrían llegar los primeros ensayos clínicos para aplicar su investigación en humanos.
En esa misma entrevista, Takebe, creador de un microhígado en laboratorio utilizando células iPS, subrayaba las ventajas de este tipo de células frente a las embrionarias: “Podemos desarrollar fácilmente células madre pluripotenciales a partir de células adultas sin recelos éticos”.
De esta manera, los investigadores japoneses han encontrado un camino fiable para la medicina regenerativa tras los contratiempos que han demostrado siempre las investigaciones con células madre embrionarias.
“Creo que sí. Cualquiera puede ahora acceder fácilmente y trabajar con células madre pluripotenciales gracias a las iPS”, destacaba Takebe en la entrevista cuando se le pregunta al respecto.
También aclaraba que han estado observando con detenimiento todo el proceso y han constatado que “no hemos observado la formación de tumores o teratomas”, por lo que son muy “optimistas”.
Cuando se le preguntaba si hay alguna razón por la que Japón esté destacando en esta parcela, Takebe respondía con humildad al decir que “no creo que seamos más potentes que Estados Unidos o Reino Unido”.
No hay debate, pero sí razones éticas
Sin embargo, lo cierto es que son precisamente los científicos japoneses los que están mostrando más avances en el campo de la medicina regenerativa, gracias precisamente a la utilización de células iPS.
Esto viene a demostrar, por una parte, que el debate entre si es mejor investigar con células embrionarias, que suponen la destrucción de esos embriones, o hacerlo con células madre adultas no tiene ningún sentido. Las células embrionarias son un callejón sin salida. Hay una línea bien definida de aplicación terapéutica con las células iPS que no deja lugar a dudas.
Por otra parte, no es nuevo el argumento estereotipado de los defensores de las células madre embrionarias, sobre todo en Europa y concretamente en España, en el sentido de que la ‘ciencia’ está a favor de estas investigaciones y todos los que se oponen a ellas lo hacen por razones religiosas.
Este argumento es totalmente falso. La realidad es que sí hay científicos a los que les preocupa la cuestión ética. Lo dijo en su día Yamanaka y lo hace ahora Takebe. Ambos son la prueba de que muchos investigadores, de hecho los que han obtenido más éxito, tienen en cuenta los aspectos éticos a la hora de investigar.
Siendo esto así, está claro que el criterio moral anima a encontrar nuevas líneas de investigación y mejores caminos científicos y técnicos, con los óptimos resultados obtenidos en los últimos años. Si se hubiera optado solo por hacer caso a los defensores de las células madre embrionarias, todavía ahora se estarían buscando aplicaciones terapéuticas sin éxito.