D.médico.-Cuatro años después de que el estado de Washington aprobara la ley de muerte digna, el New England publicó a mediados del pasado abril la experiencia del programa Seattle Cancer Care Alliance (SCCA), un consorcio del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson y del Hospital Universitario de Seattle que ofrece cuidados paliativos y también suicidio asistido por un médico. Desde marzo de 2009 a diciembre de 2011, un total de 114 pacientes con cáncer acudieron al programa de suicidio asistido en la SCCA; 44 desistieron desde el principio, otros 30 iniciaron el proceso, pero lo abandonaron o murieron antes; 40 pacientes recibieron la prescripción para una dosis letal de secobarbital; de éstos 24 murieron tras tomarlo, en un tiempo medio de 35 minutos; los 16 restantes no usaron finalmente la droga letal y terminaron muriendo de su enfermedad. En total, en el estado de Washington sólo 255 personas han obtenido prescripciones letales de sus médicos de 2009 a 2012, cifra pequeña en relación con las 50.000 muertes anuales que se producen en ese estado. En el programa de suicidio asistido de la SCCA sólo participan un puñado de médicos voluntarios y no se anuncia. La finalidad primordial de esta alianza es ofrecer atención paliativa; sólo en casos extremos (pérdida de autonomía y dignidad e incapacidad para disfrutar de la vida, según las razones de los peticionarios) se ofrece el suicidio asistido. Se podrían considerar algo así como fracasos de la atención psico-médica. Los críticos de esta aparente normalización u oficialización del suicidio asistido alertan de su ampliación paulatina y subrepticia, y de que, como se está viendo en Holanda -menos escrupulosos que en Washington-, puede conducir a abusos y a que algunos pacientes duden del compromiso del médico con sus cuidados, como afirma William L. Toffler, profesor de Medicina de Familia en la Universidad de Oregón, estado pionero en la legalización del suicidio asistido. La Asociación Médica de Estados Unidos adoptó una política contraria a esta práctica en 1993 y la ha reiterado en numerosas ocasiones. “La AMA sigue oponiéndose firmemente al suicidio asistido por un médico, por considerarlo inmoral e incompatible con la profesión médica”, ha dicho el presidente de la AMA, Jeremy A. Lázaro. “En lugar de sancionar el suicidio asistido debemos reconocer la necesidad urgente de extender a todos los pacientes los cuidados paliativos que necesiten, con un adecuado manejo del dolor, apoyo emocional, respeto a su autonomía y buena comunicación. No deberíamos entregar píldoras letales a personas cuyos problemas se pueden resolver con medidas menos extremas”.