La búsqueda de la verdad por encima del relativismo sofocante en que está inmersa la cultura actual, vuelve a ser el tema central del artículo que Juan Antonio Gómez Trinidad (Catedrático de Filosofía y ex-Director General de Educación de La Rioja) publica en el último número del periódico Escuela (nº3971, 07/02/2013) con el título “La insoportabe levedad de la sociedad de la información”.
El que fuera portavoz del Partido Popular en la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados en la anterior legislatura, sostiene que “más allá de las dificultades coyunturales de la arquitectura del sistema, de los ridículos debates sobre competencias y del más que justificado desánimo docentem lo que hace imposible educar es el clima cultural y pedagógico en el que nos hallamos”. Y es que “o somos capaces los educadores de transmitir la curiosidad intelectual, la capacidad de pensar con rigor, el pensamiento deductivo, las reglas de la investigación inductiva y el merecido respeto que debemos tener a un pensamiento o una investigación rigurosa, y saber distinguir lo opinable de lo que no lo es, o no será posible la enseñanza ni, a la larga, la propia convivencia”.
“El relativismo cultural -afirma también– hiere de muesrte la escuela, pero también a la familia y a la sociedad. Si todo tiene el mismo valor, es lógico que muchos jóvenes se sitúen en el centro del universo con una actitud egocéntrica y antisocial que impedirá cualquier compromiso personal”.
A este ambiente contribuye el actual contexto de la sociedad de la información, “que no del conocimiento y mucho menos de la sabiduría, sin orden de valores de rigor y autenticidad, (en la que) los artículos de Wikipedia o el nuevo factótum del saber que es Internet cobran más fuerza que la voza utorizada del profesor o el mayor experto. En ese ambiente de relativismo, aderezado con las consiguientes dosis de constructivismo, cualquiera de los infinitos datos al alcance de un clic tiene el mismo valor que otro”.
“Fruto de este relativismo es el nihilismo que cunde y aflora en gran parte de los alumnos. Nihilismo activo, alarmante, llamativo y peligroso que anima a los jóvenes a una violencia gratuita y destructiva: por odio o simplemente por diversión, destruyen todo lo que les apetece, incluso su propio futuro”. “(…) Pero no menos peligroso –continúa explicando Gómez Trinidad– es el nihilismo pasivo, menos llamativo, pero más instalado en los ambientes educativos, que conduce a dejar pasar la vida como mero espectador indiferente, sin intervenir en las situaciones negativas, desde el aporismo moral de que la culpa de todo la tienen los demás“.
Y concluye: “frente a todo ello, se necesita de modo urgente maestros que conozcan el proceloso mar digital pero que sepan transmitir a los alumnos cómo localizar el Norte . Esta tarea es una de las pocas en la que los maestros no puedem sustituirse por ordenadores. Maestros que suscietn una insaciable curiosidad de saber, una exigencia de rigor intelectual, pero a la vez cultivar el arte de poder no tener razón. Y por encima de todo el coraje y el compromiso y el respeto con uno mismo, con los demás y con el mundo que nos rodea.