El Gobierno y el Banco Central de Japón ha anunciado un plan drástico para acabar con la deflación y el bajo crecimiento económico que arrastra el país desde hace casi dos décadas.
La deflación es una bajada generalizada y continua de precios. Es un fenómeno tan pernicioso como su contrario, la inflación. En Europa y Estados Unidos nunca hemos padecido en los últimos años.
El PIB de Japón en 1995 fue de 500 billones de yenes; dieciséis años más tarde, en 2011 era de 468 billones. Es algo así como si en 16 años no nos hubiera subido el suelo nada de nada.
Si los precios bajan continuamente, los billetes que tenemos en el bolsillo cada vez valen más, y por tanto tendemos a ahorrar y a no consumir ya que con el mismo billete podremos comprar más cosas el año que viene. Si no hay consumo la economía no crece. Y lo mismo les ocurre a los empresarios que no invertirán. Como la economía no crece, los impuestos tampoco y el déficit público aumenta; el de Japón ha sido de un 6% anual promedio en los últimos quince años (en España 2,6%). Como consecuencia la deuda pública ha aumentado hasta alcanzar el 225% del PIB (en España es el 80%). Además como la deuda se paga en el futuro y los yenes futuros son más caros que los actuales, cada vez te cuesta más devolver la deuda. Por último si el poder adquisitivo del yen aumenta, su cotización internacional también, o en otras palabras el yen se revalúa con respecto al dólar y otras divisas. Con ello cada vez es más difícil exportar y la economía no crece. En definitiva acabas entrando en un círculo vicioso que te lleva a bajo crecimiento económico durante años (el de Japón ha sido del 0,9% anual desde 1995… es decir, nada).
Ante este panorama el nuevo gobernador del Banco de Japón se propone en sólo dos años acabar con la deflación y para ellos propone:
Inyectar en la economía unos 150 billones de yenes, equivalente al 30% del PIB y en sólo dos años (2103 y 2014). Si en el área euro se hiciera lo mismo habría que inyectar unos 3 billones de euros. El BCE inyectó 1 billón el año pasado.
Comprar hasta un 39% de la deuda pública en circulación (en la actualidad posee un 19% para inyectar liquidez y mantener los tipos de interés muy bajos.
El objetivo esperado es acabar con la deflación, aumentar la inflación hasta el 2% y con ello incrementar el consumo de los ciudadanos y el crecimiento de la economía. Además el yen se depreciará y facilitará el crecimiento de las exportaciones niponas y por ende el crecimiento económico. Ante esta noticia, mercados y FMI han reaccionado muy positivamente.
En Estados Unidos, Gobierno, Parlamento y Reserva Federal (Banco Central) actuaron de forma masiva y rápida en 2008 para salir de la crisis. Y lo consiguieron. Ahora es Japón el que se pone las pilas. Y en Europa, ¿cuánto tendremos que sufrir para que el BCE y nuestros gobernantes se decidan a actuar?