En nuestra cultura, las cifras y el lugar ocupado en un ranking están muy presentes, y la libertad económica no es una excepción. Hay varios índices que tratan de clasificar a los países por su libertad económica. Casi siempre se nutren de estadísticas tomadas del World Bank, del International Monetary Fund y del Economist Intelligence Unit. Dos de estos índices son probablemente los más conocidos en todo el mundo y, en general, sus resultados no son muy diferentes.
Uno es el Index of Economic Freedom creado por la Heritage Foundation y el Wall Street Journal. Se basa en una serie de 10 mediciones económicas. A saber, la libertad comercial, libertad de comercio internacional, libertad monetaria, tamaño del sector estatal, libertad física, los derechos de propiedad, libertad de inversión, libertad financiera, libertad frente a la corrupción, la libertad de trabajo (todos estos factores se promedian en partes iguales para la puntuación total).
Un segundo índice es el Economic Freedom of the World elaborado por el Fraser Institute, un think tank de Canadá, en colaboración con la Economic Freedom Network, un grupo de investigación independiente que agrupa instituciones educativas de casi 90 países. Este último índice utiliza cuarenta y dos variables en cinco grandes áreas: el tamaño del gobierno, el sistema legal y los derechos de propiedad, la facilidad para mover dinero, la libertad de comercio internacional, y la ausencia de regulación.
Se acaba de lanzar el informe 2013 de la Economic Freedom of the World, aunque, en realidad, presenta datos de 2011 en 151 países. De acuerdo con este índice, a nivel mundial, la puntuación promedio de libertad económica aumentó ligeramente a 6,87 sobre 10, en comparación con el 6,74 del año anterior. Hong-Kong y Singapur ocupan las dos primeras posiciones. Las otras naciones de entre las 10 primeras son: Nueva Zelanda, Suiza, Emiratos Árabes Unidos, Mauricio, Finlandia, Bahrein, Canadá y Australia. España se encuentra en el puesto 32 con una puntuación de 7,53. El detalle en las cinco áreas estudiadas, en el caso de España, es el siguiente:
1 . Tamaño del gobierno: 6,2 (clasificado en la posición 91)
2 . Régimen Jurídico y Derechos de Propiedad: 6,8 (32)
3 . Facilidad para la movilidad de dinero: 9,7 (4)
4 . Libertad de comercio internacional: 7,8 (34)
5 . Regulaciones: 7,1 (71). El detalle de esta última es: 5A) Regulaciones del mercado de crédito 9,4 (28) –datos en 2011–, 5B) Regulaciones del mercado laboral: 5,4 116) –recuérdese que en 2011 todavía no se había hecho la reforma laboral– y 5C) Regulación de la empresas y los negocios 6,6 (50).
Chile (11ª), Perú (22ª) y Uruguay (43ª) son las economías más liberales de América Latina. Las clasificaciones de otros países importantes son éstas: Reino Unido (12ª), Estados Unidos (17ª), Alemania (19ª), Japón (33ª), Corea (33 ª), Francia (40ª), Italia (83ª), México (94ª), Rusia (101ª), Brasil (102ª), India (111ª) y China (123ª). Los 10 países peor clasificados son los siguientes: Argelia, República Democrática del Congo, Burundi, República Centroafricana, Angola, Chad, Zimbabwe, República del Congo, Myanmar, y -en último lugar- Venezuela. Ocho de los países de la parte inferior del diez se encuentran en África. Cuba y Corea del Norte están fuera de este rango debido a la falta de información .
La cuestión sobre el significado ético de estos índices de libertad económica nos llevan a analizar qué elementos se utilizan como base conceptual para la construcción de estos índices. Las piedras angulares para entender la libertad económica que propone el Economic Freedom of the World son: la elección personal, el intercambio voluntario, la libertad para competir, y la seguridad de la propiedad privada. Está en línea con la definición de libertad económica del laissez –faire –máxima libertad con ínfima intervención del Estado. Parecida, aunque algo más matizada, es la definición presentada por la Heritage Foundation: “La libertad económica es el derecho fundamental de todo ser humano de controlar su propio trabajo y propiedad. En una sociedad económicamente libre, los individuos son libres de trabajar, producir, consumir e invertir en todo lo que quieran; esa libertad a la vez protegida por el Estado y no restringida por el Estado. En sociedades económicamente libres, los gobiernos permiten que el trabajo, el capital y los bienes puedan moverse libremente, y se abstienen de la coacción o restricción de la libertad más allá de la medida necesaria para proteger y mantener la propia libertad.”
Desde el punto de vista ético, caben, al menos, dos consideraciones. En primer lugar, hay que afirmar que el respeto por la libertad es algo bueno, ya que la libertad es una característica esencial del ser humano y necesaria para su desarrollo. Pero la libertad económica puede no ser tan buena si el ejercicio de tal libertad es abusivo por parte de los poderosos. Por otra parte, la libertad económica, sin abusos, contribuye al bien común, ya que la libertad económica tiende crear de riqueza en mayor medida que un sistema con menos libertad económica. En el informe mencionado se pone de relieve la correlación entre los países con libertad económica y su respectivo PIB per cápita. En concreto, se afirma que las naciones en el cuartil superior de libertad económica tenían un PIB per cápita de 36.446 dólares USA en 2011, frente a 4.382 de las naciones en el cuartil inferior, también en 2011.
La segunda consideración es la falta de información proporcionada por estos índices sobre la responsabilidad en el ejercicio de la libertad económica. Un alto crecimiento del PIB puede ser compatible con unas condiciones de trabajo injustas o con falta de respeto por el medio ambiente. Por otra parte, las regulaciones, que se oponen a la libertad económica, no son necesariamente censurables. Pueden ser razonables y hasta convenientes, aunque también pueden ser muy opresivas. Mi conclusión es que estos índices deberían ser combinados con otros índices que tengan en cuenta el uso responsable de esa libertad.