Cómo colocar la comida en la nevera para evitar el desperdicio de alimentos

En este vídeo Javier Jares, responsable de calidad de Carrefour, nos enseña cómo alargar la vida de los alimentos y evitar que acaben en el cubo de la basura.ABC.-Familia.-
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Cómo llenar nuestra nevera

ha elaborado una guía con sencillas pero eficaces recomendaciones para evitar el desperdicio de alimentos en los hogares. En ella, los supermercados proponen buenas prácticas que van desde la elaboración de la lista de la compra hasta cómo elegir aquellos productos que mejor se adapten a las necesidades de consumo de cada familia, cómo conservarlos y prepararlos con una adecuada higiene.

Los estudios señalan que el 42% de la comida que se desperdicia en nuestro país procede de los hogares. Se calcula que una familia puede llegar a tirar hasta 76 kilos de comida al año. Cifras todas ellas que invitan a la reflexión y a analizar qué podemos hacer para evitar tanto desperdicio y fomentar el ahorro, ahora más que nunca.

Según Aurelio del Pino, director general de la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES), «es necesario evitar tanto desperdicio, pero sin frivolizar con los temas de seguridad alimentaria y poner en juego nuestra salud».

Desde esta asociación recomiendan una serie de pautas para lograr una compra y consumo más óptimo:

—La primera recomendación, por obvia que parezca, es elaborar una adecuada lista de la compra. Lo mejor es acompañarla con un ejercicio periódico de revisión de la despensa porque tan malo es almacenar en exceso, como encontrarse con la falta de un producto que se consumen en casa habitualmente. No hay que limitarse a comprobar lo que tenemos o no en stock, es el momento también de verificar el estado de conservación de los productos, sus fechas de consumo preferente, etc. y así evitar hasta un 10% de lo que compramos acabe en el contenedor.

—El mayor reto del responsable de la compra es conseguir una dieta equilibrada, sin salirse del presupuesto familiar. Para ello hay que comparar entre formatos y enseñas y así encontrar el o los establecimientos que mejor se ajusten a las necesidades de cada hogar.

—Otra recomendación es aprovechar las promociones sobre todo en productos de larga duración. Anticipar la compra de determinados alimentos puede suponer un ahorro de hasta el 20% pero, en estos casos, hay que adquirir la cantidad que previsiblemente vaya a ser consumida dentro de un plazo razonable.

—Y si hablamos de envases, los de formato ahorro y familiar también permitirán una ventaja económica de en torno al 10%, pero solo si se corresponden con el tamaño del hogar y su ritmo de consumo. Junto a los tradicionales hay multitud de envases auto cierre que son los más recomendables cuando se compran productos como los loncheados que se van a consumir poco a poco.

—Para los productos frescos, donde se produce alrededor de un 40% del desperdicio, se sugiere valorar las opciones que ofrecen la mayoría de las cadenas. Por ejemplo, ¿Qué me conviene más? ¿Comparar en el autoservicio o elegir la fruta o verdura envasada en barquetas y con atmósfera protectora que suelen tener una duración algo superior?

—No renunciar nunca a probar novedades, o nuevas gamas de productos pero para ello hay que leer bien las etiquetas y las denominaciones e ingredientes, especialmente en el caso de familias con dietas especiales, alergias o intolerancias.

—Por último, hay que diferenciar bien entre las fechas de consumo preferente y de caducidad. En el primer caso el fabricante indica el tiempo que el alimento mantiene intactas sus propiedades organolépticas (olor, sabor, textura, etc.) sin que su ingesta posterior suponga un riesgo. Consumir cereales, arroz o especias después de esa fecha no es peligroso, pero puede que hayan perdido algo de aroma o textura. La fecha de caducidad se indica en productos perecederos y con riesgo microbiológico como carnes y pescados frescos, los cuales no deben consumirse después de la fecha indicada porque hay riesgo de que el alimento se encuentre en mal estado.

No te despistes al colocar los alimentos

La primera normal, tanto en la nevera como en la despensa, es colocar los productos recién comprados detrás de los antiguos en el caso de que aún quedaran existencias de compras anteriores:

Productos congelados: conservar a ser posible separados por familias (carnes, pescados, verduras, precocinados, postres), en su envase original y prestar atención a las condiciones de congelación en función de la potencia de los electrodomésticos.

Carnes y pescados: guardar dentro de la barqueta, ya que alarga su vida y cualidades. Si no, colocar en un recipiente hermético para evitar sequedad y mezclas de sabores y olores y guardar en la parte alta del refrigerador en la que la temperatura suele ser menor.

Frutas y hortalizas: salvo en épocas de calor se mantienen bien a temperatura ambiente durante algunos días. El frío puede acelerar la maduración de algunos productos (plátanos y bananas, por ejemplo)

Resto de productos frescos: conservar a la temperatura y condiciones indicadas por los fabricantes y, de no indicarse nada, preferentemente en el refrigerador o en un lugar fresco, seco y al abrigo de la luz directa.

A la hora de cocinar

La regla de oro para descongelar es sacar solo lo que se vaya a utilizar y no volver a congelar un producto. Las carnes y pescados se descongelan mejor en el frigorífico a temperatura de 5º o en el microondas. Para el resto de productos es preferible seguir la misma sistemática aunque muchos platos preparados permiten directamente su cocción.

Ya en los fogones, se recomienda cuantificar adecuadamente las raciones en atención a las cantidades aproximadas por comensal, ya que no es una buena práctica preparar sistemáticamente más comida de la necesaria a no ser que se tenga prevista su utilización.

Si sólo se utiliza parcialmente un producto, es conveniente guardar el resto en el propio envase comercial bien cerrado o en un envase hermético y en las condiciones de temperatura adecuadas.

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