¿Hay que cerrar universidades españolas.

08 de diciembre del 2012
El Confidencial digital

A mediados de abril, el Gobierno dio los primeros pasos para una nueva reforma universitaria, marcada por la austeridad. En España hay 79 centros –públicos y privados– y más de 200 campus. Ninguno de ellos está entre los 150 mejores del mundo. ¿Hay demasiadas universidades en nuestro país? ¿Cerrar algunas de ellas puede ayudar a la excelencia? ¿Hay que explotar la “burbuja universitaria”?

El modelo universitario español lleva muchos años en entredicho. La comunidad de profesores y alumnos coincide en que hay que planificar la oferta de estudios de acuerdo con una demanda real y competitiva. Por tanto, hay un clamor para racionalizar la universidad, eliminar duplicidades y mejorar la gestión, pero ¿es el cierre centros la única solución de futuro para la educación superior española?

Según los expertos consultados por El Confidencial Digital, sí existe una “burbuja universitaria” en España. No obstante, no tiene que ver con “la cantidad de centros”, sino con el modelo de gestión.

“El sistema universitario español es caro, ineficiente e inmovilista y tiene un problema enquistado desde hace mucho tiempo”, expone José Ginés Mora, director del Centro de Estudios en Gestión de la Educación Superior (CEGES) de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV).

“El problema de las universidades españolas es que todas quieren ser Harvard, y eso es imposible”, añade el profesor Ginés.

¿Cuáles son las grandes deficiencias y necesidades de la universidad hoy?

No hay demasiados centros

Se ha repetido mucho que hay “demasiadas universidades”, pero para los expertos ese dato no deja de ser “un lugar común”. Según el responsable del CEGES, “comparativamente, ese dato es falso”: en España no llegamos a los 80 centros, de los cuales 2/3 son públicos, pero no son “cifras disparatadas”.

¿Qué hace que funcione el sistema en EE.UU., la gran referencia mundial? Allí hay tres tipos de universidades (de un total de 4.000): unas 300, las más importantes, verdaderamente punteras, están dedicadas a la investigación de alto nivel. Después existe “una gran mayoría de centros dedicados exclusivamente a enseñanzas que en España consideraríamos de primer ciclo”, casi como una continuidad del instituto.

Para Ginés, “esas clases son más que suficientes para que una gran mayoría se desenvuelva en su vida”. En esos casos, todo el mundo tiene acceso a la universidad, ya que las tasas son baratas y la empleabilidad, muy alta. “Sería algo que nos interesaría copiar en España”, asegura el profesor.

Carreras sin alumnos

Para José María Vázquez García-Peñuela, rector de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), otro de los grandes problemas del tejido universitario español es que la implantación de grados y postgrados hoy en día se corresponde con “los intereses de determinados grupos de profesores y no con una demanda real del futuro alumnado”.

Así, sucede que en algunos campus estén impartiendo ingenierías químicas muy concretas o estudios de filología no hispánica (por ejemplo) que no se sostienen con suficientes estudiantes ni están en consonancia las necesidades del mercado laboral.

“No todas las universidades tienen que ofertar todos los títulos”, indica Vázquez. De hecho, un 30% de los grados impartidos tienen menos de 50 alumnos en 1º, lo que da una pista de por dónde se podría ajustar la oferta.

La movilidad, un gran problema

En los últimos 15 años han proliferado nuevas titulaciones y se han abierto decenas de universidades, “prácticamente en cada capital de provincia”, comenta el rector Vázquez García-Peñuela.

De acuerdo con su experiencia, después de más de 20 años ejerciendo en universidades públicas, “muchos alumnos no estudiarían una carrera si no tuvieran cerca un centro universitario”.

Por eso “es bueno que haya posibilidades de estudiar en cada ciudad importante”, en contra de lo que manifiestan desde algunos sectores.

La solución pasa por eliminar las carreras con una “baja demanda” e invertir en preservar las que sí son demandadas, “como Derecho o Empresariales”, continúa el dirigente de la UNIR.

El profesorado, la clave

En las universidades públicas, todos los profesores tienen que ser investigadores, ya que el sistema de promoción está basado en los méritos en ese ámbito y en el número de publicaciones.

“Sin artículos e investigaciones es imposible la promoción”, explica el profesor Ginés. “Con este sistema se valora más el ritmo de investigaciones que la calidad de las clases”.

Según datos del CEGES, en España hay unos 120.000 profesores universitarios, cuyo sueldo medio está en 2.500 euros al mes. “Se supone que la mitad de su sueldo es lo que ganan por dar clase y la otra mitad, por investigar”, aclara Ginés.

En este punto cabría reflexionar: ¿de verdad debería ser obligatorio que se investigue ‘por investigar’?, se preguntan los expertos. “Quizá sería mejor que los docentes españoles invirtieran más tiempo y esfuerzo en sus alumnos”.

En definitiva, parece que el problema universitario español es de mala organización, algo que podría solucionarse con un sistema más flexible, inspirado en lo mejor del modelo americano.

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