Ha pasado más de medio año desde aquella matanza llevada a cabo en una escuela de primaria de Newton Bee (Connecticut, EE.UU.), donde fueron asesinados 20 niños y 7 adultos. Fue algo espantoso y resulta difícil volver a hablar sobre ello. Pero estos días en que nuestros hijos han vuelto a la escuela, a la rutina del curso, a las clases y a los patios y se han reencontrado con sus compañeros y con sus amigos, hemos recordado una nota escrita por John a su amigo Jack Pinto, un niño de 6 años víctima de aquella masacre. John colgó en la pared de la escuela dos fotografías en las que aparecía con su amigo y escribió, con letra de niño, estas palabras:
“Jack, eres mi mejor amigo. Nos divertíamos juntos. Te echaré de menos. Estarás en mis oraciones. Te quiero Jack. Con amor, John”.
En esta sencilla nota se encierra la esencia de la amistad. John, a sus 6 años, escribió lo que sentía por un amigo que acababa de ser asesinado y nos dejó una definición llana e inocente de la amistad auténtica.
En primer lugar, el verdadero amigo siempre es el mejor amigo, no porque sea el mejor sino porque nos hace ser mejores. Es lo que decía el viejo Aristóteles, que la verdadera amistad se da entre hombres virtuosos, ya que los malvados no son propiamente amigos, sino cómplices de sus fechorías. Los buenos, en cambio, aman a sus amigos y quieren su bien. La amistad los hace mejores.
En segundo lugar, el filósofo griego también decía que los amigos quieren convivir y compartir, por eso, juegan juntos, practican los mismos deportes y aficiones, les gusta charlar y no se cansan nunca de su mutua compañía, es decir, como escribió el pequeño John: “nos divertíamos juntos”.
En tercer lugar, la clave es ese “juntos”, por eso, cuando falta el amigo se le echa de menos, porque nos falta una parte de nosotros mismos. Los amigos, sigue diciendo Aristóteles, quieren estar siempre unidos, frecuentar el trato y compartir aficiones y formas de pensar, son “dos caminando juntos, un alma en dos cuerpos”.
En cuarto lugar, nos preocupamos por los amigos, nos desvivimos por ellos, por eso, John le dice a Jack que siempre estará en sus oraciones, que rezará por él, porque la amistad duplica las alegrías y divide las angustias. Gracias a ella los bienes son mejores y los males se soportan con más facilidad. En las desgracias, los amigos son como un refugio; en la prosperidad, una bendición.
Por último, la amistad es una forma de amor, su matriz está en el compañerismo, como decía C. S. Lewis, pero los amigos comparten una mayor intimidad. Tampoco son como los enamorados, que se miran mutuamente, sino que uno va al lado del otro (como John y Jack en una de las fotografías) y miran al mismo objetivo. El amor es siempre gratuito, por eso, sentimos que nuestros amigos son inmerecidos y los hemos de guardar como auténticos tesoros.
Una nota de un niño de 6 años, tan sencilla y tan profunda.