«Si los padres no pueden interferir en la vida de sus hijos es muy difícil que puedan educarlos sobre la base de unos valores», señala el titular del Juzgado de Menores de Granada.
ABC.-Familia.-El juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud (Ciudad Real, 1955), clamó ayer contra un sistema -judicial y educativo- que no permite a los padres «interferir» en la vida de sus hijos y que «confunde un cachete con maltrato».
«Si los padres no pueden interferir en la vida de sus hijos es muy difícil que puedan educarlos sobre la base de unos valores», advirtió.
Calatayud, popular por sus sentencias ejemplares de carácter socioeducativo, pronunció una conferencia en la sede de la Fundación Barrié, en La Coruña, que se vio desbordada por el interés que había despertado su intervención en la ciudad.
Durante su intervención, que provocó la carcajada generalizada del auditorio en varias ocasiones, se mostró muy crítico con la labor de los padres, el sistema educativo y los políticos por «permitir que haya varias generaciones que se hayan criado con derechos pero sin deberes».
«A mi modo de ver, esta forma de proceder son complejos de joven democracia y reflejan que somos un país que no tiene término medio. Pasamos de ser pobres a ser ricos y, ahora, volvemos a ser pobres», manifestó.
Calatayud señaló que lleva años reclamando un pacto por el menor porque «sería bueno que se redefiniese su figura».
Se hmostró especialmente crítico con el sistema educativo y reclamó «toda» la autoridad para los profesores con el objetivo de evitar situaciones indeseables como que un «niñato» agreda a un docente. «Eso es algo que no se puede consentir», proclamó.
El juez valoró que la delincuencia de menores está bajando en España y ha achacado este descenso a tres causas principales. «La primera es que los niños están volviendo a la escuela porque no hay trabajo, la segunda que los padres están también más tiempo en casa y, la tercera, es que cada vez hay menos víctimas potenciales», señaló en alusión a la crisis.
«No soy colega de mis hijos»
Aunque reconoció que educar a los hijos es una difícil tarea y ha precisado que no le gusta dar consejos en ese sentido sí ha explicado que él no es amigo de sus hijos.
«No soy colega de mis hijos, simplemente soy su padre porque en caso contrario les estaría dejando huérfanos», explicó.
Calatayud, que a lo largo de su carrera judicial ha condenado a 200 menores a sacar el título de enseñanza obligatoria, insistió en que es «absolutamente necesario» transmitir a los menores que, además de derechos, tienen obligaciones y la primera de ellas es obedecer sus padres mientras estén bajo la potestad familiar.
Explicó que el Código Civil dice que «los hijos deben obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad y respetarles siempre», y agregó que han de contribuir «equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella. Luego tienen sus derechos, sí, pero también sus deberes».
«Si a los 18 años no están de acuerdo con la disciplina paterna, ya saben dónde está la puerta», apostilló.
Por último, alertó de que cada vez trata más casos de malos tratos de hijos a padres -«he visto a padres con las piernas partidas por una agresión»- y ha explicado que hay numerosos casos en familias con un poder adquisitivo medio o alto. «Nunca he condenado a un gitano por agredir a su padre», concluyó el juez. Desde que en 1988 se convirtió el titular del Juzgado de Menores Único de Granada han pasado por sus manos más de 16.000 casos, incluidos 34 asesinatos y 98 violaciones.