El Estado no puede perder. || José R. Pin. Profesor del IESE

El Economista.Ante el espectáculo del miércoles pasado en el Parlament, el Estado reacciona ¿lo suficiente? Dependerá de las consecuencias de sus decisiones. Lo que está claro es que “el Estado no puede perder” ante el envite de los independentistas. Porque si pierde, ¿para qué sirve el Estado?

La primera razón por la que los Estados empezaron a cobrar impuestos fue para mantener la paz. Paz frente a los peligros exteriores e interiores. Paz frente a los peligros exteriores para lo que se construyeron los ejércitos. Paz en el interior para que se cumplan las leyes. Leyes que necesitan de un poder judicial para definir si se han vulnerado o no y quién tiene razón en caso de conflicto. Leyes que requieren de fuerzas de orden público para ayudar a esa justicia en su labor investigadora y para ejecutar sus sentencias si hace falta. Lo cual es la garantía para el más importante de los bienes de las personas: su libertad. Porque uno de los requisitos de las libertades reales, cotidianas, las que buscan las personas normales es la seguridad en el cumplimiento de las leyes. Los españoles pagamos impuestos para que el Estado, entre otras cosas, nos asegure un cierto nivel de seguridad. Y en ella se incluye la integridad territorial. Así que si falla en esta misión el Estado dejaría de ser útil.

Cuando el Imperio Romano dejó de ser capaz de mantener las vías de comunicación abiertas y mantener la cohesión territorial: desapareció; se desvaneció en las sombras de la historia.

En España ha habido dos situaciones similares a lo que se está viviendo ahora. En la Primera República, el president Figueras, y su ministro de Gobernación Pi y Margall, ambos catalanes, abortaron los cantones (incluyendo el de Barcelona) porque sabían cual era su obligación. Aunque el presidente Figueras vio que el asunto era tan pesado que se auto-exilió a París como expone Galdós en su libro sobre esa parte de la historia. Lo mismo hicieron los dirigentes de la Segunda República ante la secesión catalana. Aprovechando la debilidad de aquella República los separatistas la traicionaron. Pero la Segunda República no renunció a la integridad del Estado a pesar de las circunstancias. De hecho suspendió la autonomía catalana.

Estos dos momentos de la historia están idealizados en el imaginario de la izquierda española. Recordarlos es poner a esa izquierda española frente a su responsabilidad como hicieron sus correspondientes en esos dos momentos. Claro está que es así siempre que crean en la existencia de una nación: España. Nación cuyo Estado ha sido desafiado, por parte de la izquierda catalana en coalición con parte de la derecha catalana. Una coalición de intereses coyunturales.

¿Está la izquierda española a la altura de las circunstancias? ¿Lo está la derecha? Las declaraciones del PP, el PSOE y Ciudadanos (más del 70% del Congreso de los Diputados) parece que están en la línea de responder a esa responsabilidad. ¿Con la suficiente unidad de criterios?

Es posible que la fisura de esa unidad esté en una palabra compleja: proporcionalidad, ¿qué significa? No está muy claro. La proporcionalidad no puede ser la excusa para que no haya eficacia en las respuestas. La eficacia, a estas alturas de la película, es que no haya ninguna posibilidad de referéndum, que no se vote y que los que lo han propiciado sufran las consecuencias de sus actos. Lo demás puede que sea proporcional, pero inútil.

El Parlament ha aprobado por imposición de Junts pel Sí y la CUP la ley del Referéndum: El Govern lo ha convocado, ¿y ahora qué? El Gobierno ha pedido al Tribunal Constitucional que anule los dos hechos por ser inconstitucionales. ¿Suficiente, proporcional? Los secesionistas han dicho que no harán caso de esas sentencias. Entonces habrá que aplicarlas de manera ejecutiva. ¿Qué fuerzas de orden público lo harán? ¿Los Mossos d’Esquadra comandados por un independentista? ¿La Policía Nacional y/o la Guardia Civil? ¿Qué es lo proporcional sin dejar de ser eficaz?

Lo que está claro es que los independentistas no usan la palabra proporcionalidad. Para ellos no hay proporcionalidad. Buscan la independencia sin matices. Con o sin urnas. De hecho ya están actuando como si fueran independientes porque se colocan fuera de las leyes del Estado.

Si no fuera porque sé que es imposible, diría que este es el momento de un Gobierno, no ya de coalición amplia, sino de unidad nacional, porque el Estado no puede perder.

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