El ‘botellón’ se asocia con alteraciones cognitivas

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Pascual Sánchez-Juan, César Pascual y Vanesa Pérez
Los jóvenes con patrón de bebedor excesivo en fin de semana -conocido popularmente como botellón- presentan un peor rendimiento en las pruebas neuropsicológicas que valoran la atención, la rapidez mental y la precisión al ejecutar tareas alternas. Así lo recoge un estudio que refleja que este hábito genera en los universitarios alteraciones cognitivas con efectos acumulativos asociadas al consumo excesivo de alcohol de forma ocasional, que son mayores entre los jóvenes que se iniciaron antes en este patrón de consumo.

Los investigadores encontraron que los alumnos con patrón de bebedor excesivo tuvieron un peor rendimiento y tardaron una media de 42,7 segundos en completar el test que medía funciones ejecutivas mediante la atención y la flexibilidad mental, 6,4 segundos más que los estudiantes no bebedores.

Además apreciaron una correlación significativa entre la edad de comienzo del consumo y los resultados de esta prueba, de forma que, a más temprana edad de inicio, más tiempo tardaron los alumnos en completar el test.

Especialistas de la Unidad de Deterioro Cognitivo del Hospital Valdecilla han realizado un estudio con universitarios de la Escuela Gymbernat de Fisioterapia -adscrita a la Universidad de Cantabria-, en los que han evaluado los efectos del botellón sobre algunas funciones cognitivas.

Análisis cognitivo
El trabajo, dirigido por Pascual Sánchez-Juan, neurólogo de Valdecilla, ha analizado los hábitos de vida de 102 estudiantes que se clasificaron en bebedores excesivos de fin de semana -consumidores de seis o más unidades de bebidas alcohólicas en dos horas, considerando que cada unidad contiene 10 gramos de alcohol puro-, y no bebedores excesivos. Unos 60 gramos de alcohol en dos horas equivalen a unas siete cañas.

Los participantes realizaron las mismas pruebas que se utilizan para evaluar a pacientes con Alzheimer. Después se analizó la memoria y ciertas funciones ejecutivas con test neuropsicológicos, y se realizó la comparación entre grupos. La investigación no permite valorar aún si los daños constatados son irreversibles, y se requieren estudios más amplios y a largo plazo.

Según la investigación, que se publicará en una revista internacional, el 49 por ciento de los estudiantes resultaron ser bebedores excesivos, si bien todos refirieron haber consumido alcohol alguna vez, con una edad media de inicio en el consumo de 15 años. “En todos los sujetos se utilizaron test neuropsicológicos para evaluar la memoria lógica, verbal y visual; las habilidades visoespaciales; la atención y concentración; la capacidad de inhibir la respuesta automática, y la flexibilidad mental y velocidad visomotora”.

En función de los resultados, el consumo excesivo de alcohol en jóvenes parece tener un efecto predominante sobre la parte de la corteza prefrontal dorsolateral, una zona relacionada con la función ejecutiva y que parece ser más sensible a la neurotoxicidad causada por el alcohol. “Los datos son coherentes con la hipótesis de que el alcohol afecta más a las áreas cerebrales que maduran más tarde en el ser humano: el córtex prefrontal dorsolateral es una de las últimas en desarrollarse”, asegura, una hipótesis apoyada por las variaciones de volumen de esta área que se aprecian en pruebas realizadas a jóvenes con este patrón de consumo.

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