En las últimas semanas tres personas se han quitado la vida y una más lo ha intentado sin conseguirlo, cuando se les iba a desalojar de sus viviendas por no estar pagando las hipotecas que tenían concertadas con su banco. Todo un drama. Si cuatro personas han llegado a este límite, cuántas más, sin llegar a quitarse la vida, deben estar angustiadas y sufriendo. Tener un techo bajo el que cobijarse es una primera necesidad.
El gobierno y la oposición están teniendo maratonianas reuniones para en esta misma semana llegar a una solución. ¿Qué es lo que hay que hacer? Pues yo creo que lo que hay que hacer es paralizar los desahucios durante los tres próximos meses y con este tiempo pensar una solución. En tres meses gobierno y oposición podrían estudiar una solución que fuera lo menos insatisfactoria posible. La prisa es siempre mala consejera.
Una prohibición total de los deahucios no es posible, pues todo el mundo se apuntaría a dejar de pagar las hipotecas. A un caradura que no quiera pagar hay que desalojarlo. Por otro lado no se puede dejar indefensas a familias a las que más ha afectado la profunda y larga crisis que estamos viviendo. Algo hay que hacer.
No voy a dar aquí la solución. En primer lugar por que no la sé y en segundo lugar porque ya he dicho antes que los problemas complejos no se pueden solucionar con prisas. Pero sí voy a hacer algunas consideraciones. Si a la banca se le está rescatando y capitalizando, también se le podría pedir que retrase el cobro de las hipotecas a determinadas familias. Hay que pensar una ley que permita en determinadas condiciones retrasar e incluso reducir el pago de estas deudas.
Algo hacemos mal cuando se está echando a la gente de sus viviendas y simultáneamente hay casi un millón de pisos vacíos en España. El problema es complejo. Si se sacaran todos esos pisos vacíos y se pusieran a la venta al precio que fuera, los precios de los pisos s e hundirían y todas las familias que compraron pisos años atras a altos precios verían como el valor sus viviendas se desplomaba más de lo que ya han bajado. Cómo deben estar sufriendo los millares de familias que sin llegar al límite del suicido sienten la amenaza de un deshaucio. Soy optimista y estoy seguro de que sabremos encontrar una solución. Ojalá también aprendamos y en las próximas décadas no volvamos a cometer los mismos errores.