BY ANTONIO ARGANDOÑA
Posted on septiembre 4, 2020
Que un filósofo relacione la política con las finanzas no deja de llamar la atención. Leo en ethic.es una entrevista con Daniel Innerarity, a propósito de un libro reciente suyo, «Una teoría de la democracia compleja. Gobernar en el siglo XXI». Y en ella, la siguiente proposición: «La misma cultura del bróker -que busca rendimiento en el cortísimo plazo y que no tiene ninguna relación con el mundo concreto, material, del trabajo, de la naturaleza y de la gente, y que considera que las externalidades no le competen-, se ha traspasado a la política, en la cual hay un montón de sujetos compitiendo con esta mentalidad». Estoy de acuerdo.
La ciencia de las finanzas experimentó un cambio importante en 1952 con un artículo de Harry Markowitz sobre la gestión de carteras. La tesis es: si usted tiene que gestionar una cartera, tiene a su disposición un conjunto de activos -acciones, bonos de distinto plazo y emisor, oro, moneda extranjera, etcétera- con los cuales debe conseguir un resultado que consta de dos variables: rentabilidad y riesgo. Los activos con mayor rentabilidad suelen tener más riesgo, y lo contrario pasa con los activos menos rentables. Una gestión racional de esa cartera es combinar activos de distinta rentabilidad y distinto riesgo, de modo que la combinación sea la que a usted, o a sus clientes, les conviene o les gusta más. A la hora de la verdad, no importa qué acciones tendrá usted en su cartera, de un fabricante de coches, de unos grandes almacenes o de una empresa de logística; lo único relevante es su rentabilidad y su riesgo. Si aumenta la rentabilidad de unas acciones, usted comprará más, hasta que el riesgo de tener una cartera menos diversificada aconseje frenar.
Tiene razón lo que dice Innerarity: lo único relevante es el rendimiento a cortísimo plazo, dado el riesgo. Lo que usted compra, posee y vende, no tiene nada que ver con la realidad: solo importa que es un trozo de papel que produce una rentabilidad y tiene un riesgo. Si ese activo provoca externalidades negativas o positivas, si lesiona el medio ambiente o difunde ideas innovadoras, a usted no le interesa. Pues -eso es lo que Innerarity afirma- eso se ha trasladado a la política. Esta se aleja de la vida corriente, de las personas, de sus intereses. No importa las consecuencias que tengan las decisiones en un plazo suficientemente largo. Lo que cuenta es la rentabilidad inmediata, en términos de votos… Desolador, ¿no?