Datos de interés del Sínodo.

Fuente: Zenit

El pasado mes de junio, un día antes de la publicación oficial del 20 de ese mes, la Sala de Prensa de la Santa Sede nos envío a los medios acreditados el Instrumentum Laborisdel Sínodo sobre la sinodalidad que inicia el próximo 4 de octubre en Roma. Se trata de una práctica común: nos mandan los documentos días u horas antes de modo que el periodista pueda tener más tiempo para leerlos, familiarizarse con ellos y, eventualmente, publicar. Sólo hay una condición: no se puede publicar nada hasta que sea -valga la redundancia- la publicación oficial. Esta práctica se llama “bajo embargo”.

El 19 de junio recibimos “bajo embargo” el “Instrumentum Laboris” que se daría a conocer mundialmente al día siguiente. El archivo remitido por la Sala de Prensa de la Santa Sede era un documento de 247 páginas. El archivo lo recibimos a las 19,17 de la tarde por lo que comencé a leerlo un par de horas después. Aunque traté, francamente no terminé de leerlo esa misma noche y supuse que pocos o ninguno de los colegas vaticanistas lograrían una lectura completa del documento oficial debido a que los periodistas acreditados dejan de trabajar a las 18:00 de la tarde.

¿Por qué todo lo anterior? Porque al día siguiente, apenas pasada la hora del embargo (que suele girar en torno a las 12del medio día de Roma), había multitud de artículos que hablaban del sínodo sobre la sinodalidad con relación a temáticas muy particulares: las mujeres diáconos y los homosexuales… ¡La noche anterior y la mañana siguiente invertí mucho tiempo en una lectura completa y esos temas ni siquiera eran los verdaderamente relevantes del documento! Comprendí que para no pocos medios de comunicación lo importante no era reflejar el conjunto sino destacar los temas que iban de acuerdo a su agenda, cualquiera que esa fuera. Y también comprendí una segunda cosa: que esos reportes tendenciosos y fragmentados suscitaban en muchos católicos reacciones que iban del enojo al desencanto pasando por la sorpresa y la incomprensión.


Ante de compartir algunas cosas, quisiera recordar que los sínodos son una institución surgida después del Concilio Vaticano II, por voluntad del Papa san Pablo VI. Es falso atribuirlos al Papa Francisco. San Juan Pablo II y Benedicto XVI también llevaron adelante varios sínodos.

Los sínodos suelen ser de dos tipos: ordinarios y extraordinarios. Los ordinarios son cada 3 o 4 años y los extraordinarios son cada vez que el tema lo amerita. Durante el actual Pontificado ha habido tres sínodos ordinarios: uno sobre evangelización, en 2012; un segundo sobre la familia en el mundo actual, en 2015; y uno más sobre los jóvenes y el discernimiento vocacional, en 2018. En alguna entrevista el Papa reveló que le suelen presentar varios temas y él elige uno para que sea el tema del próximo sínodo. Recuerdo haber leído en una de esas entrevistas que entre los temas que le propusieron para este sínodo fue el del sacerdocio y algún otro… He pensado que, si ahora mismo se discute tanto sobre un tema más general, ¿qué hubiera pasado si Papa Francisco hubiera elegido el del sacerdocio? Me da la impresión que el Papa no sólo eligió un tema importante sino también uno menos problemático.

En el sínodo sobre la sinodalidad, cuya primera parte se desarrollará durante las tres primeras semanas de octubre de 2023 en Roma, intervendrán casi 500 personas. Sí hay novedades con respecto a sínodos precedentes, especialmente en algunas prácticas nuevas que me han causado una grata  sorpresa: por ejemplo, todos los participantes tendrán por primera vez tres días de retiro espiritual (que al parecer será predicado por dos personas: la madre Maria Ignazia Angelini, abadesa italiana del monasterio benedictino de Viboldone, cerca de Milán; y el dominico inglés Timothy Radcliff). Pero no es la única nota “espiritual” del sínodo: las diferentes sesiones iniciarán con una presentación a cargo de un teólogo, seguida de una reflexión espiritual, y posteriormente habrá lo que se ha denominado “conversación en el espíritu” en círculos menores y luego en toda la asamblea. Se trata de una práctica que apunta a identificar lo que el Espíritu Santo quiere decir a la asamblea, y a través de ella eventualmente a la Iglesia, por medio de la escucha mutua y el discernimiento de lo escuchado. Y es que, en el fondo, el sínodo sobre la sinodalidad quiere responder no a cuestiones puntuales más o menos controvertidas sino a una pregunta esencial: “quién” es la Iglesia hoy. Es por eso que, se puede decir que este sínodo no va de cambios sino de ir a la raíz de la Iglesia, del identificar quién es la Iglesia, pero en el hoy de la historia.

Me ayudó entenderlo de este modo: a veces las personas cuando avanzan en edad llegan a un punto de la vida en que entran en una “crisis de identidad”. No es que no sepan que son seres humanos, racionales, animados, personas redimidas, hijos de Dios, con una finalidad en la vida y en camino al encuentro con Dios… lo que sucede es que necesitan que todo eso que es esencial les quede respondido en el hoy de las circunstancias de su propia existencia para seguir adelante el camino. Ciertamente en la Iglesia no se trata de una sola persona sino de toda la Iglesia, la cual está constituida por todos los bautizados, con Cristo a la cabeza. Se trata entonces de entender “hoy” cómo ve Jesús a su Iglesia. De ahí las tres palabras que han inspirado y guiarán el sínodo sobre la sinodalidad: comunión, participación y misión. 

Algunos de mis interlocutores han reconocido la dificultad que hay en expresar con palabras la experiencia de lo sagrado, experiencia a la que apunta este sínodo. Un sínodo en que el que el Papa ha recordado en numerosas ocasiones que no se trata de un parlamento sino de una comunidad que busca la voluntad de Dios para el hoy de su Iglesia. Esta idea, remarcada ya en múltiples ocasiones por Papa Francisco, me parece poco evidenciada por la misma prensa que cuela en su agenda los temas periféricos como si fueran los más destacados. Lo dijo muy recientemente el mismo Papa en el vuelo de regreso de Mongolia: “En el Sínodo no hay lugar para la ideología, hay lugar para el diálogo”. ¿Habían leído eso? En ZENIT sí lo compartimos. También compartimos la sentida petición de ayuda del Papa quien al recibir un premio por parte de periodistas les dijo claramente, en alusión al sínodo sobre la sinodalidad:


A propósito de la cobertura del sínodo por parte de los periodistas hemos sabido algunas cosas más: si un medio desea entrevistara a uno de los participantes, deben solicitarlo no directamente a los participantes sino a la oficina de comunicación del sínodo. Lo anterior para proteger el clima de serenidad espiritual y confianza mutuas y también la libertad de hablar por parte de todos los participantes. Lo explicó así el Papa en la rueda de prensa en el vuelo de regreso de Mongolia: “en un Sínodo hay que guardar la religiosidad y guardar la libertad de las personas que hablan. Por eso habrá una comisión (…) que se encargará de informar sobre la marcha del Sínodo”.

Por cuanto hemos tenido noticia, el equipo organizador del sínodo sobre la sinodalidad está trabajando en un reglamento que tendrá una normativa específica sobre lo que los participantes pueden compartir en sus redes sociales, por ejemplo.

En ZENIT somos conscientes de las dudas que ciertas publicaciones de cierta prensa suscitan en no pocas personas. Hemos querido compartir todo lo anterior para evidenciar cómo en algunos casos los medios de comunicación redimensionan los temas polémicos o divisivos y eso los hace aparecer como si fuesen el centro de la discusión. Es cierto que también los temas menos relevantes deben ser tratados, especialmente porque nos llaman a una atención pastoral de los mismos, pero tantas veces lo que terminan produciendo es polarización. En ZENIT queremos seguir manteniendo el trabajo de periodismo serio y también queremos responder al llamado del Papa de “ayudarle a contar bien el sínodo”.

Hoy aprovechamos para pedirle su ayuda para ayudar al Papa.

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