Hace algunos días os hablábamos de un interesante informe elaborado por los mayores expertos en educación sobre cómo será le escuela en 2030. Los cambios que auguran son realmente significativos, pero los quince años vista se nos hacen demasiado lejanos. Nuestros hijos han nacido en otra era, la de los nativos digitales y necesitan una escuela que se adapte a sus necesidades de forma urgente. Hacen falta cambios ya en el modelo educativo.
Hagámonos a la idea. El mundo ha cambiado y nuestros hijos han cambiado con él. Vivimos una gran revolución tecnológica y la escuela no puede permanecer igual que como hace veinte años, ni siquiera como hace cinco, sino que debe acompañar esa transformación y amoldarse a los nuevos tiempos.
Una escuela para nativos digitales
Nuestros hijos, o al menos los de la mayoría de nosotros, han aprendido a usar una tablet o un smartphone antes que a decir sus primeras palabras. Desde que empiezan a caminar tienen contacto con la tecnología de forma activa: juegan, dibujan, luego hacen fotos, buscan vídeos, escuchan música… Y cuando te has dado cuenta te han convertido un montón de pequeños circulitos de goma en una preciosa figura en 3D gracias a un tutorial que han encontrado en YouTube.
Esos son nuestros hijos. Tienen todo un mundo de información al alcance de un click. Aprenden economía, arte y ciencias sin darse cuenta, incluso hasta hacen deporte cuando nieva mientras bailan al Just Dance en el salón de casa. Ellos eligen, ellos deciden, ellos mandan.
El futuro de la educación no pasa por reemplazar los libros por las tablets y creer que ya está hecho el cambio. Se necesita un cambio en el modo de ofrecer los conocimientos a los niños, más allá del formato.
Así será la escuela del futuro
Los expertos creen que la escuela del futuro será una escuela colaborativa en la que el aprendizaje estandarizado dará lugar a otro más abierto y cooperativo, y en el que el profesor acompañará a sus alumnos a modo de guía para sacar lo mejor de ellos. Conceptos que poco a poco las escuelas van adoptando, pero en los que aún queda muchísimo por hacer.
Son los propios niños lo que hoy salen a buscar la información. Su actitud ante los conocimientos es diferente. Motivados por sus propia curiosidad van en busca de aquello que les interesa. No se puede pretender que con la estimulación que tienen hoy en día se sienten en un pupitre seis o siete horas a escuchar a un profesor. Necesitan más, piden más.
Uno de los cambios que augura la escuela del futuro es que el profesor dejará de ser la única fuente de información disponible. La labor del maestro será mucho más compleja que la de ser el proveedor de conocimientos. Su función principal será la de guiar, apoyar y plantear los retos, así como enseñarles a ser críticos con la información a la que tienen acceso.
Deberá tener la habilidad de acompañar al alumno y empatizar con él. Conocer sus habilidades y carencias, descubrir sus potencialidades. No a todos los niños se les puede exigir de igual manera. Algunos necesitan más presión y otros más libertad. La clave está en saber tocar la tecla perfecta en cada ocasión.
El tipo de contenidos
El aprendizaje impuesto no tiene sentido en el marco de una educación avanzada. Hay que pensar en el alumno más como un “cliente” con exigencias educativas diferentes.
Los contenidos se volverán más individualizados para satisfacer las necesidades e intereses del alumno. Un 83 por ciento de contenido será “a medida” y personalizado y un 17 por ciento, estandarizado. Muy lejos de lo que vemos hoy en las escuelas.
Las fuentes de conocimiento en 2030.
Sin duda, internet será la principal fuente de conocimiento. Un 43% de los contenidos provendrán de allí, incluso por encima de los contenidos académicos ofrecidos por colegio (29%), del entorno social y personal (13%) o de las instituciones culturales (3%). Se valorarán las habilidades personales y prácticas más que los contenidos académicos.
El estudiante ha de aprender a amar el conocimiento, a disfrutar de la investigación, de la búsqueda, del descubrimiento. Si queremos que sean válidos en el mundo que viene, si queremos que se muevan, desde niños han de estar preparados para hacer las cosas a su manera (porque hay muchas maneras) sin condicionarlos y guiándolos hacia la consecución de buenos resultados.
Como veis, el futuro de la educación es muy diferente a la que tenemos hoy en día. Nuestros hijos son nativos digitales. Piensan, viven y ejecutan de manera distinta a la que lo hacíamos nosotros de pequeños. Los tiempos han cambiado y la educación debe estar a la altura. ¡Hacen falta cambios ya! ¿No creéis?
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