ABC.-24-12-12.-Es habitual la preocupación de los padres para que sus hijos aprendan a valorar la avalancha de regalos típica de cada Navidad. Estamos en crisis y el gran volumen juguetes se ve reducido respecto a años anteriores. ¿Cómo hago para gestionar adecuadamente esta situación? ¿Cómo consigo que mis hijos valoren los regalos que recibirán, independientemente de su precio? Para ayudar a las madres y a los padres a afrontar esta situación, Superpadres: Universidad de padres online ha elaborado este decálogo pedagógico.
1. Tratar la situación con máxima naturalidad: la crisis también afecta a los regalos de Navidad. No hay que esconder esta situación, sino tratarla con naturalidad con nuestros hijos. Podemos explicarles que Papá Noel y los Reyes también sufren la crisis. Por tanto, este año tienen menos regalos para repartir.
2. Fortalecer el ritual de la Navidad y el factor sorpresa: aunque no podamos regalar todo lo que quisiéramos, seguimos teniendo en nuestras manos el poder tradicional de la Navidad. Debemos dar a la entrega de los regalos la importancia que se merece y organizarlo como único e irrepetible.
3. Tener en cuenta los gustos y necesidades reales de los niños:es importante involucrar a los niños en la elección y la elaboración de la carta a los Reyes Magos, pero es aún más importante que posteriormente sean los padres quiénes desde su propio criterio elijan los regalos.
4. Explicar el porqué de los regalos elegidos: debemos explicar a nuestros hijos porqué unos regalos son posibles y otros no: por coste, utilidad, valores, etc. Los niños se ilusionan fácilmente. Aprovechémoslo para sugerirles regalos enriquecedores.
5. Limitar el número de regalos y poner de acuerdo a la familia: una buena opción es establecer un número máximo de regalos que los niños pueden pedir. En esta misma línea es importante fijar también un máximo de regalos que los familiares pueden regalar.
6. Apostar por regalos sencillos, medioambientalmente sostenibles y compartidos: elija juguetes sencillos, son mucho más económicos, ecológicos y los niños suelen disfrutar más con ellos porque dan más de sí. Además son juguetes que, en general, les interesan durante más tiempo y se estropean menos.
7. Elaborar nuestros propios regalos: si nuestros hijos ya son suficientemente mayores, podemos animarles a hacer con sus propias manos el regalo de sus hermanos, primos o abuelos. Esto les ayudará a valorar el esfuerzo de tiempo y dinero de hacer un regalo.
8. Convertir en regalo aquello que hasta ahora no lo era:muchos elementos de la Navidad ya son, por sí solos, un regalo: el árbol de Navidad, el Belén, los turrones, etc. Si conseguimos hacérselo evidente a nuestros hijos, conseguiremos que los valoren más.
9. Escribir “La carta familiar”: cuando los niños “hagan” la carta, se les debe animar a pedir algo para su familia: algo para papá, algo para su hermano, algo para el abuelo… Esto les hará más colaborativos y les empujará a averiguar qué les gustaría recibir a los otros y a ver que no es fácil complacer los deseos.
10. Aprender a tolerar la frustración: ¿Cómo gestionamos la situación de no poder comprar los mismos regalos que en años anteriores? A la hora de responder estas preguntas debemos tener claro que un niño no se traumatizará si no recibe el regalo que esperaba. Tú hijo es capaz de gestionar esas pequeñas desilusiones si sabe y se siente querido por ti.
Según Pedro Molino, coordinador pedagógico de Superpadres, ha destacado que “si se siguen estos diez consejos y se envuelven en una corriente familiar positiva de amor compartido, responsabilidad, solidaridad y serena esperanza —aún en tiempos de crisis, por modestos que sean los juguetes— serán portadores de ilusión y vida para que nuestros hijos crezcan más felices”.
Molino también destaca que “los regalos de Navidad y Reyes son una tradición cultural muy potente que coincide con los deseos de tener juguetes y con las necesidades de los niños y niñas de sentirse queridos y de aprender. De saber acertar entre deseos, necesidades y realidad —en estos momentos en que la crisis afecta dramáticamente a tantas familias— va a depender la oportunidad educativa que se nos presenta para hacerlo lo mejor posible y para que, valoren la esencia amorosa de los regalos y no su apariencia comercial”. Además, añade que “no debemos olvidar nunca que nuestro mejor regalo a nuestros hijos somos nosotros, héroes brillantes, contradictorios y reales de su vida. Más heroicos cuando aprendemos y les enseñamos al mismo tiempo —como padres y madres— a superar las adversidades, a superarnos cada día, a saber darnos y darles nuestro amor de forma cálida y responsable, cuando le entregamos lo mejor de nosotros mismos”.