LIMA, 02 Sep. 14 / 09:49 pm (ACI/EWTN Noticias).- Alana Saarinen, actualmente de 13 años, es una de las pocas personas en el mundo que tiene el ADN de tres personas, tres “padres” diferentes, debido a un tratamiento de fertilidad realizado en Estados Unidos que actualmente está prohibido. Sin embargo, los parlamentarios de Reino Unido están considerando actualmente legalizarlo.
El proceso mediante el que la madre de Alana, Shanon, quedó embarazada se llama “transferencia citoplasmática”, en la que se inyecta un óvulo de una donante dentro del óvulo de la madre para mejorar la salud del óvulo. En el proceso, el ADN de la donante se filtró a través de mitocondrias transferidas y llegó hasta Alana.
Las mitocondrias son orgánulos celulares que son la fuente de energía de las células.
Sharon Saarinen confesó al diario británico The Independent que al tiempo del procedimiento “si había riesgos, no importaba. Yo quería un hijo tanto en ese momento”.
“Me sentía inútil. Me sentía culpable porque no podía darle un hijo a mi marido. Cuando quieres un hijo biológico pero no puedes tenerlo, estás desconsolada. No puedes dormir, está constantemente en tu mente”, señaló Sharon, según declaraciones recogidas por la BBC.
De acuerdo a los científicos involucrados, la técnica usada con Sharon Saarinen permitiría ayudar a mujeres con mitocondrias deficientes, para que este defecto, que puede resultar en diversas enfermedades, no sea transmitido a sus bebés.
Sin embargo, el director del Centro de Bioética, Persona y Familia de Argentina, Nicolás Laferriere, advirtió que “la pretensión de recurrir a la fecundación in vitro para modificar genéticamente las características de la descendencia conlleva necesariamente una indebida manipulación de la vida humana”.
En declaraciones a ACI Prensa el 2 de septiembre, Laferriere criticó que “pretender justificar la concepción de niños con tres padres con base en la intención de evitar transmitir una enfermedad, es manipular la vida del nuevo ser de forma que se convierte en el ‘producto’ de un hacer técnico”.
“Ello resulta contrario a la dignidad humana. Se abusa del poder biotecnológico y se lo aplica a la procreación humana, la que queda regida por una lógica de la producción en lugar de la lógica de gratuidad que exige la dignidad humana”.
El director del Centro de Bioética, Persona y Familia de Argentina señaló que “entre las cuestiones en juego se encuentra, además, el derecho a la identidad de los niños concebidos con esta técnica, que ven manipulados y disociados elementos importantes de su identidad”.