Cada día aparece alguna noticia en la prensa acerca de empresas que “hacen cosas” para los que tienen más necesidades; cosas como un programa de inserción de discapacitados, o de formación de jóvenes, o de promoción de emprendedores sociales… ¿Bien?
Todos los críticos pueden tener razón. Pero me gustaría hacer otra lectura de aquellas noticias: más vale eso que no hacer nada. Primero, porque esto último puede servir de excusa el egoísmo: no hacer nada es más barato y más cómodo -y tonto el que no piense como yo. Segundo, porque muestra la existencia de una preocupación por los problemas ajenos. Tercero, porque si, de verdad, intentas hacer algo, estás fomentando tu preocupación por las necesidades ajenas -las virtudes crecen cuando uno las practica. Cuarto, porque estás transmitiendo un mensaje a tu alrededor: señores empleados, clientes y proveedores de mi empresa, ustedes también pueden hacer algo. Y quinto porque, aunque es verdad que habría quizás otras cosas más eficientes para solucionar los grandes problemas del mundo, lo mejor es enemigo de lo bueno; haz hoy lo que puedes, en vez de esperar a ver qué se te ocurre hacer mañana. Cuando yo era joven, algunas tiendas y bares tenían un letrero que anunciaba: “hoy no se fía, mañana sí”. Pero, claro, mañana era otro hoy, y hoy no se fía… Los que dicen que mañana haré algo, es muy probable que mañana repitan este argumento. Eso sí, sin dejar de criticar a los demás.