¿Ayudar? No vale la pena…

Cada día aparece alguna noticia en la prensa acerca de empresas que “hacen cosas” para los que tienen más necesidades; cosas como un programa de inserción de discapacitados, o de formación de jóvenes, o de promoción de emprendedores sociales… ¿Bien?

Antonio Argandoña.-Profesor del IESE
Antonio Argandoña.-Profesor del IESE
Para algunos, eso es lo que en inglés se llama window dressing, actuaciones de escaparate: ganamos mucho dinero y tenemos que hacer como que hacemos algo, para quedar bien, que nos aplaudan y que no nos critiquen. Para otros es paternalismo, satisfacción del ego: ¡qué bueno soy dando unos euros a esos pobres necesitados! Y para otros, es perder el tiempo: con más de 6 millones de parados en España, ¿qué ganamos solucionando un problema de diez o quince personas? Porque, además, esos puestos de trabajo que ocupan los discapacitados, o el dinero que se dedica a los emprendedores sociales, no va a parar a otros usos quizás más necesarios, como el empleo de cabezas de familia a los que se les acaba la protección por desempleo.

Todos los críticos pueden tener razón. Pero me gustaría hacer otra lectura de aquellas noticias: más vale eso que no hacer nada. Primero, porque esto último puede servir de excusa el egoísmo: no hacer nada es más barato y más cómodo -y tonto el que no piense como yo. Segundo, porque muestra la existencia de una preocupación por los problemas ajenos. Tercero, porque si, de verdad, intentas hacer algo, estás fomentando tu preocupación por las necesidades ajenas -las virtudes crecen cuando uno las practica. Cuarto, porque estás transmitiendo un mensaje a tu alrededor: señores empleados, clientes y proveedores de mi empresa, ustedes también pueden hacer algo. Y quinto porque, aunque es verdad que habría quizás otras cosas más eficientes para solucionar los grandes problemas del mundo, lo mejor es enemigo de lo bueno; haz hoy lo que puedes, en vez de esperar a ver qué se te ocurre hacer mañana. Cuando yo era joven, algunas tiendas y bares tenían un letrero que anunciaba: “hoy no se fía, mañana sí”. Pero, claro, mañana era otro hoy, y hoy no se fía… Los que dicen que mañana haré algo, es muy probable que mañana repitan este argumento. Eso sí, sin dejar de criticar a los demás.

Deja un comentario