Algunos medios occidentales como The Guardian, Slate o Time se han sorprendido ante unas recientes encuestas según las cuales muchos jóvenes en Japón se están absteniendo de tener relaciones sexuales. Pero lo más chocante es comprobar que en realidad de lo que se están absteniendo esos jóvenes es de las relaciones amorosas, con o sin sexo. El miedo al compromiso y la pérdida de aptitudes para relacionarse con los demás son algunos factores que pueden estar detrás de esta tendencia.
Una encuesta realizada a principios de 2013 por la Asociación Japonesa de Planificación Familiar revela que un 45% de chicas de entre 16 y 24 años “no están interesadas o desdeñan el contacto sexual”. Más de un cuarto de chicos de esas edades afirman lo mismo. Los medios japoneses ya han dado un nombre a este fenómeno: el “síndrome del celibato” (sekkusu shinai shokogun).
Pero no todas las chicas solteras ven un “síndrome” en su desinterés por las relaciones sexuales: algunas sencillamente están a otra cosa en estos momentos de su vida. Según explica la sexóloga Ai Aoyama al diario Japan Today, “ahora menos chicas se sienten incómodas por ser vírgenes. Lo más habitual es que te digan que están a gusto siéndolo”.
Si hay alguna anomalía habría que buscarla más bien en el miedo de tantos jóvenes japoneses a comprometerse en un noviazgo. El diario The Guardian menciona otras dos encuestas que reflejan esa huída del romance. Una de 2011 muestra que en Japón el 61% de los solteros y el 49% de las solteras de entre 18 y 34 años no mantienen una relación de pareja. Otro estudio revela que un tercio de los menores de 30 años nunca han salido con alguien.
Este panorama inquieta al gobierno japonés, que ya tenía bastantes quebraderos de cabeza con la escasa natalidad, el rápido envejecimiento y la larga esperanza de vida del país (cfr. Aceprensa, 13-10-2011). No parece que el reemplazo generacional agobie demasiado a los 13 millones de solteros que viven con sus padres; de ellos, unos tres millones tienen más de 35 años.
La “carga” del compromiso romántico
Pocos se atreven a dar explicaciones categóricas sobre este fenómeno. En sus entrevistas para el reportaje del Guardian, la periodista Abigail Haworth parece haber detectado un creciente miedo al compromiso. “‘Demasiado problemáticas’ y ‘No quiero que me molesten’ son las expresiones –dice– que más he oído entre ambos sexos cuando hablan de su aversión a establecer relaciones amorosas. El compromiso romántico les parece una carga”.
Eri Tomita, de 32 años, trabaja en el departamento de recursos humanos de un banco francés. Tiene dos carreras, habla francés con fluidez y según explica a The Guardian, hoy por hoy lo que quiere es centrarse en su trabajo: “Hace tres años, tuve un novio que me propuso casarme con él. Rechacé su oferta cuando me di cuenta de que me importaba más mi trabajo. Después de eso, me interesó menos salir con él. La cuestión del futuro lo hizo todo más incómodo”.
También se nota el peso de una cultura obsesionada con el trabajo, que deja poco tiempo para las relaciones sociales y desincentiva a las mujeres que quieren casarse y formar una familia. Cerca de un 70% de japonesas se desenganchan de la carrera profesional cuando tienen el primer hijo. Dice Haworth: “El competitivo mundo de la empresa en Japón hace casi imposible para las mujeres conciliar familia y trabajo, y tener niños es muy caro si ambos padres no trabajan”.
Lo que resulta más chocante es el retraimiento y la inmadurez afectiva que denotan cada vez más jóvenes. “Muchos hombres han volcado su atención en los dibujos animados y en los videojuegos. No saben cómo hablar y comportarse varonilmente”. De ahí que terminen sustituyendo el contacto cara a cara por las diversas alternativas que les ofrece Internet.