El presidente de la Ancaba denuncia que la transmisión de conocimiento “no es el objetivo fundamental”, que “el sistema es muy poco exigente” y que se fomenta la equidad “bajando nivel” y generando “mediocres”.
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No es ninguna novedad que el sistema educativo español no está dando la talla que se le supone a un país avanzado en el contexto europeo, así lo constatan año tras año los informes PISA, que muestran los de la educación en España, principalmente en Matemáticas, Lectura y Ciencias.
De esa misma opinión es la Asociación Nacional de Catedráticos de Instituto (Ancaba), que advierte de que los mediocres resultados obtenidos por los alumnos españoles en las pruebas de la OCDE hacen pensar que algo falla desde hace tiempo en ese sistema educativo.
“El sistema hace aguas clarísimamente desde la Logse”, subraya el presidente de la Ancaba, Felipe de Vicente, al referirse a la ley de educación de 1990 implantada por el PSOE y que sustituyó a la Ley General de Educación de 1970.
Un sistema que genera “mediocres”
La transmisión de conocimientos “no es el objetivo fundamental”, argumenta, sino fomentar la equidad “bajando el nivel” y generando “mediocres”. Y lamenta que tampoco sea uno de los objetivos en el proyecto de decreto de ESO y Bachillerato derivado de la Lomce.
Reconoce que la LOE (2006) corrigió, por ejemplo, la “promoción automática” de curso, pero “falta un cambio en profundidad”, ya que “el sistema es muy poco exigente. El profesor tiene unas clases muy heterogéneas, pues hasta los 16 años la escuela es comprensiva, así que hace lo que puede”.
“No puedes poner un chaval al lado de otro que necesita mucho más refuerzo”, indica, pero los itinerarios formativos requieren “mucho dinero”, aparte de la oposición “visceral” de ciertos sectores.
Este experto explica que los alumnos arrastran grandes déficit de primaria, donde se gesta la repetición. Y a esto le añadimos que el profesor también está “muy cargado de horas lectivas”, cuando hay “una relación entre el tiempo para preparar las clases y la calidad educativa”, tal como indica la encuesta mundial de profesorado Talis.
El sistema español, prosigue, es “el único” de Europa que el Estado no controla con pruebas externas, porque la selectividad es para los que van a la universidad.
Además, en referencia al rendimiento de los alumnos de 15 años en las pruebas financieras de PISA, por debajo de la media de la OCDE, De Vicente reclama conocimientos básicos de “economía doméstica” en asignaturas obligatorias como Ciencias Sociales.
“No podemos prepararlos”
Al mismo tiempo, Jesús Esteban, secretario general de la Federación de Asociaciones de Catedráticos de Universidad (FACU), expresa una queja que ha estado ahí “desde siempre”, aunque hayan cambiado los programas formativos: “en dos años de Bachillerato, no podemos prepararlos. Es absolutamente imposible”.
Esteban recuerda cómo un profesor les dijo a él y sus compañeros que ellos mismos estaban “muy mal preparados” cuando empezaban los estudios de ingeniería, en los años sesenta.
Reconoce “cierto choque” entre los conocimientos y hábitos formativos de la Secundaria y de la universidad. Pero el buen profesor, defiende, tiene que gestionar con profesionalidad los alumnos que recibe, adaptarse a sus características y conseguir llevarlos al nivel exigido.
Preguntado por las críticas de la OCDE, ya que el nivel de un japonés de secundaria superior es similar al de un titulado universitario español, Esteban responde que los resultados de las pruebas son “incuestionables”, aunque matiza que habría que tener en cuenta otras circunstancias, como las diferencias culturales de las sociedades donde viven.
Llama la atención sobre la disparidad de rendimiento entre las universidades españolas y dentro de los mismos campus, pues hay facultades con cuarenta o cincuenta alumnos por profesor y otras con cinco o seis. “La causa es una mala gestión, una falta de transparencia, una mala asignación de recursos”, destaca.