Lo peor de la cultura abortista es que constituye -en coherencia con su origen y su historia- la entrada en el oscurantismo y fanatismo más atroz. Además de que en un futuro no lejano el PSOE deberá comerse con patatas su iniciativa de llevar a la cámara europea un tema de competencia interna, estatal.
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La importancia del gesto político del ministro Gallardón con su propuesta de ley del aborto, que hemos apuntado desde el inicio del debate en ForumLibertas, en el sentido de que es más que una ley, se ha manifestado claramente en el encendido debate producido en la cámara europea por la iniciativa del PSOE de llevar el tema a este foro, a pesar de que es una evidencia que la regulación del aborto, como otras muchas cuestiones, es una competencia exclusiva de los estados. Se trata de un choque de culturas, de civilización, entre quienes defienden la vida, el compromiso, el amor, y la responsabilidad del acto humano, y los que sitúan como máximo y único bien la realización del deseo.
Fuera de la dureza de la polémica, nada nuevo bajo el sol. Los argumentos de los abortistas continúan siendo, incluso a este nivel, un insulto a la razón humana. Todos parten de una premisa obviamente falsa: el que ha de nacer, embrión, feto, inmaduro, no existe a efectos jurídicos, su tratamiento es el de una enfermedad que ha de ser extirpada. Seria todo más razonable si quienes defienden el aborto introdujeran algún tipo de referencia sobre el no nacido. Pero se muestran incapaces de ello. En este sentido, la evolución de considerar el aborto un mal menor a verlo como un “derecho” debe mover a preocupación a toda la sociedad, porque pone de relieve cómo la ideología sectaria, aunque se califique de progresista y liberal, es sumamente peligrosa para la vida.
Los argumentos de los diputados europeos abortistas son ridículos. Vamos, que si nos ponemos a ello aún lo haríamos mejor. Véase sino esta muestra “Si las mujeres somos competentes para tener hijos, dirigir Alemania, o el FMI, también seremos competentes para decidir sobre el propio cuerpo”. Una vez más el absurdo de considerar que el no nacido “es” el cuerpo de la madre, cuando es obvio que no es así. Una vez más la idea que la dependencia humana entraña el derecho a usar y abusar. Una vez más el confundir la capacidad con la libre decisión, porque lo mismo se podría argumentar sobre cualquier otra cuestión a la que la sociedad ha puesto limites, como la velocidad a la que se debe circular. Si somos competentes para llegar a la luna también lo somos para utilizar el coche sin cortapisas, ¡qué caramba! Y una vez más la falacia absoluta de la libre disposición del propio cuerpo: no existe tal cosa. No puedo suicidarme (excepto en Suiza), y si alguien me ayuda tiene responsabilidad penal; puedo donar mi riñón (porque aun tendré otro), mi sangre (porque la reproduciré), pero no la puedo vender, y ese es un límite; ni puedo practicar una donación que entrañe necesariamente -el corazón, por ejemplo- mi muerte. Menos aún puedo decidir libremente sobre la muerte del hijo engendrado.
Lo peor de la cultura abortista es que constituye -en coherencia con su origen y su historia- la entrada en el oscurantismo y fanatismo más atroz. Es posible que en un futuro no lejano el PSOE deba comerse con patatas su iniciativa de llevar a la cámara europea un tema de competencia interna, estatal. Al hacerlo, y al razonar este partido y otros miembros de la minoría europea favorable al aborto que tal restricción no importa a la hora de pronunciarse, ha abierto la puerta a que CiU y ERC utilicen este argumento y precedente para plantear la cuestión del derecho a decidir. La razón europea de que este es un tema interno de España, una cuestión de Estado, acaba de saltar por los aires por el afán socialista de meter ruido. Si no lo es para el aborto, definido con precisión como una competencia estatal, tampoco lo será para otras cuestiones, como la consulta que pide el Parlamento catalán. El PSOE es el responsable de facilitar la internacionalización del conflicto y debe dar explicaciones por ello. Es una tontería, su tontería, porque además está en contra de la consulta, por eso es necia su estrategia europea sobre el aborto.