¿Una perdiz vale más que un feto?

Leo con asombro la información de la compañera Amanda González de Aledo según la cual el Defensor del Menor en Andalucía ha hecho un segundo requerimiento a la Consejería de Educación sobre la promoción de la caza en las escuelas -aprobada por PP, Ciudadanos y Vox- en el curso 2020/21, tras recibir una queja de la asociación Abogacía Andaluza por la Defensa Animal (AADA) referida a la vulneración de los derechos de los menores en caso de implantarse en dicho curso la promoción de las artes cinegéticas en centros docentes. Se apoyaba la queja en un manifiesto de octubre de 2019 contra la medida que fue suscrito por más de 350 organizaciones entre sindicatos de enseñanza, partidos, Federaciones de Padres y Madres, colectivos de profesores y asociaciones animalistas. AADA denunció “el desprecio por parte de la Junta a los andaluces y andaluzas que están en contra de la cultura de la violencia hacia los animales”. Según esta asociación la promoción de la caza en las escuelas “entra en conflicto con normas de rango superior, como la Ley Orgánica de Educación” donde expresamente se recoge que el alumnado debe conocer y valorar los animales más próximos al ser humano y adoptar modos de comportamiento que favorezcan su cuidado”.

Ni entro ni salgo en lo de la promoción de la caza en los colegios, aunque me parece que sobra. Lo que sería oportuno es que se enseñe más literatura, filosofía, historia, arte y otros saberes hoy maltratados por los planes de estudio. Estudien a los cazadores -desde Don Juan Manuel y Gonzalo Argote de Molina a Turgueniev, Pla, Berenguer, Delibes o Hemingway- mejor que la caza en sí. Pero me asombra que en un país en el que -como sucede en toda Europa, celebrándolo como una conquista del progreso y el feminismo- se considera un derecho dar muerte a fetos sanos en el seno de mujeres sanas, es decir el aborto libre no terapéutico, se tenga tanta sensibilidad para con los animales y tan poca hacia los fetos humanos.

Si se considera detestable matar animales -y repito que no soy cazador- sorprende que no se considere aún más detestable matar fetos. Si se supone que el alumnado debe “conocer y valorar los animales más próximos al ser humano y adoptar modos de comportamiento que favorezcan su cuidado”, cabe preguntarse si un feto humano no es una vida más próxima al ser humano y digna de cuidado que un conejo o una perdiz.

Diario de Sevilla