Votar sin conciencia.|| Santiago Martín, ABC

La semana pasada escribí sobre la eutanasia, previendo que pudiera ser aprobado el inicio de la tramitación de la ley. Dije que serviría para retratarse a los distintos partidos, especialmente a Ciudadanos. Así ha ocurrido: los «naranjas» se han abstenido, aunque si no lo hubieran hecho de todos modos el resultado hubiera sido el mismo. También han manifestado su opinión, favorable a la eutanasia, partidos como el PNV o eso que nadie sabe muy bien que es y que se llama JpS. Se supone que entre los votantes de todos los partidos favorables a la despenalización de la eutanasia hay católicos practicantes, por lo que su voto va directamente contra las enseñanzas de la Iglesia. Y no me refiero sólo contra las enseñanzas de Papas considerados «malditos» por los católicos progresistas, como San Juan Pablo II o Benedicto XVI, sino también contra las enseñanzas del Papa Francisco, que, en esto y en todo lo concerniente a la defensa de la vida humana, ha sido clarísimo.
El voto católico en España está tan diluido y es tan indisciplinado que a muy pocos políticos parece importarles. Pero no sucede así en otros sitios. En Estados Unidos, el voto cristiano (católicos y protestantes) fue decisivo para la victoria de Trump y éste, sabiéndolo, cumple las promesas hechas a sus votantes en todo lo concerniente a la defensa de la vida. Lo mismo sucedió en Colombia en la cuestión del referéndum sobre la negociación con las FARC. E incluso en Francia, donde los católicos son una minoría más pequeña que en España, los partidos conservadores los tienen muy en cuenta, como ha demostrado Macron recientemente en su visita a la Conferencia Episcopal francesa.

Nosotros, en cambio, nos movemos entre lo malo, lo peor y lo muchísimo peor. Es verdad que a la derecha del PP hay partidos más fieles, en algunos aspectos al menos, a la doctrina de la Iglesia. Es cierto que el PP, como ha demostrado ahora con la votación sobre le eutanasia, da una de cal y una de arena. Pero el resto de los partidos las dan todas de arena y lo hacen sin problemas, sabiendo que tienen un votante cautivo al que no le importa votar en contra de lo que, supuestamente, debería ser su conciencia.

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